Es comprensible que el hogar de
un jubilado o cualquier otra persona cuyos ingresos no superan las tres cifras
tenga problemas con el ornato, su fachada luzca sin pintar, algunas filtraciones
de las cañerías, y deba construir alguna edificación precaria en el techo para
ayudar a sus familiares.
Pero un artista de la “talla
internacional de cierto escultor enamorado”, que cobra cinco cifras de los
verdes por cada obra, que deba residir en una edificación con la paredes sin
pintar y gastadas, con notables filtraciones de agua y desagüe (se reconoce por
el olor) y habilitar en el techo al menos media docena de habitaciones
precarias sin armonía con distintos materiales y recubrimientos, en verdad no
sé cómo llamarlo.
Se aceptan sugerencias
No hay comentarios:
Publicar un comentario