Desde hace unos años, cada 31 de diciembre, los malecones miraflorinos se han convertido en el lugar ideal para festejar el año nuevo, miles de personas de otros distritos, se acercan con pirotécnicos, condones, botellas y vasos de vidrios, los cuales son arrojadas al suelo , o dejadas sobre las bancas y jardines.
Lo peligroso es que con síntomas de haber bebido alcohol, encienden los pirotécnicos, sin tener control sobre el destino de estos.
Los vidrios rotos, los rastros de vómitos por los excesos, los condones usados como señal de sexo al aire libre, además de los respectivos residuos de las cargas explosivas de los pirotécnicos, se constatan al día siguiente.
Probablemente ni el alcalde, sus regidores, ni ninguno de sus “funcionarios de confianza”, transitan por dichas zonas el primero de enero a las 6 am., hora en que realizo mi ejercicio diario, por ello soy testigo que Miraflores, ese día parece una cantina.
Los vidrios pocas veces son recogidos de manera inmediata por el personal de limpieza, y se mantienen por semanas entre las áreas verdes, causando daños a los niños y canes que juegan en el jardín.
Aunque igual desorden se observa en los alrededores de las calles Dies Canseco, San Ramón y Berlín, por existir muchos centros de entretenimiento, cuyos clientes ignoran lo que es conciencia cívica.
Como quiera que Miraflores se está convirtiendo en la cantina de Lima, sería recomendable, que aunque sea por una vez, un primero de enero, tanto el alcalde, sus regidores y sus funcionarios paseen por dichos malecones a las 6 am y observen por qué nuestro distrito tienen ahora ese apelativo.
Debo anotar que cualquier fin de semana, la escena es similar, pero sólo son cientas las personas, y no hay pirotécnicos.
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